No había nada fuera de lo normal en su pequeño paraíso. Todo estaba como siempre. El pequeño riachuelo se abría camino entre las malas hierbas que crecían a su alrededor, tratando de impedir que sus aguas se deslizarán hacia el horizonte. Los árboles seguían en el mismo sitio, altos y espléndidos como siempre. Sus ramas estaban repletas de un follaje verde brillante. Las sombras que proyectaban formaban dibujos indescifrables en el suelo. Aquí y allá se podían apreciar pequeñas huellas de algún animalillo que había ido en busca de un fruto jugoso que llevarse a la boca. Todo estaba en calma. Reinaba una tranquilidad casi palpable. Demasiada tranquilidad quizá.
Era un día soleado. No era caluroso. Simplemente soleado. Entre las hojas de los árboles se podían atisbar pequeños fragmentos de un cielo azul intenso. Tan intenso como el color de sus ojos cuando estaba feliz. Sin embargo, hoy sus ojos eran oscuros. Algo había pasado.
Se sentó tranquilamente a la sombra de su árbol preferido. Sacó el libro y se sumergió entre sus páginas tratando de averiguar qué le pasaría hoy a su protagonista favorito. Ese era su momento preferido del día, libre de preocupaciones. Sin embargo, esta vez era diferente. Había algo en el ambiente que no debía de estar allí. Algo que le impedía concentrarse en su lectura. Levantó la cabeza y observó de nuevo el paisaje. Todo estaba en calma. Solo se oía el murmullo del agua del riachuelo y el susurro de las hojas al balancearse suavemente por la brisa veraniega.
De repente, lo entendió todo. Alguien había estado allí. Alguien había entrado en su paraíso. Alguien había investigado el lugar con mucho cuidado para que nadie supiera que había estado allí. Todo estaba como siempre. Todo menos el aire. Tenía un olor diferente y eso delataba al culpable. Sabía quién era y qué quería. Incluso sabía que en ese mismo instante estaba escondido entre los arbustos del otro lado del riachuelo. No sabía qué hacer. ¿Quizá debería huir? Sí, era lo mejor. ¿O acaso era mejor quedarse y enfrentarse por fin a sus problemas, a sus miedos? No, mejor no. O sí, puede que ese fuera el momento del que todos hablaban. Puede que ya estuviera preparada como muchos decían. O tal vez no...
No hay comentarios:
Publicar un comentario